Caía ya la tarde. El río se deslizaba lentamente reflejando los rojizos rayos del cansado sol, mientras en uno de sus recodos dos pescadores se distraían, observando a las golondrínas, sentados a la sombra de los sauces. El verano llegaba a su fin con esos largos atardeceres, los mosquitos apenas molestaban y las ranas y los grillos todavía cantaban a la llegada de la luna.
El sol continuaba cayendo y la tranquilidad reinaba en el río, nada rompía la armonía, todo encajaba como se de un cuadro al oleo se tratara. Incluso los dos pescadores pasaban desapercibidos como si aquella estampa no fuese posible sin su presencia. Ellos lo sabían, se miraron y sin mediar palabra comprendieron que, si algún díallegaba la paz al mundo, debía de ser muy parecida a eso que estaban viviendo en aquellos momentos. Volvieron cada uno a sus pensamientos hasta que la llegada de la primera estrella de la noche les indicó que era hora de partir, recogieron sus enseres y se perdieron en la oscuridad, para que la noche pudiera dibujar una nueva estampa, una nueva postal.
"Muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se presentan ante nuestro espíritu hasta que ya es demasiado tarde."(André Gide)
"Medite al atardecer, mirando las estrellas y acariciando a su perro, es un remedio infalible."(Ralph Waldo Emerson)
Salu3
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